Por mucho que a veces nos cueste reconocerlo, el envejecimiento implica una serie de transformaciones físicas y emocionales que pueden resultar desafiantes incluso para las personas más alegres. A menudo, las restricciones propias de esta fase de la vida provocada por los cambios en la salud y en el cuerpo pueden derivar en sentimientos de enfado e irritabilidad, lo que plantea a los familiares y cuidadores el reto de manejar adecuadamente los estados de ánimo fluctuantes de los ancianos.
Si damos por hecho que muchas personas de la tercera edad pueden tener problemas de mal humor, solo queda entender cuáles son los principales motivos que pueden provocarlo para intentar darle la mejor solución posible o, al menos, reducir los conflictos todo lo posible.
Comprender las causas subyacentes del mal humor en los ancianos es esencial para ofrecerles un cuidado óptimo, sobre todo si están a nuestro cargo o al de un cuidador especializado. Entre los factores más comunes vamos a destacar estos:
El dolor crónico, provocado por problemas de salud variados como la osteoartritis o la fibromialgia, limita la movilidad y afecta las actividades diarias, generando ansiedad y tristeza. Los trastornos del sueño, como el insomnio, también pueden llevar a fatiga y cambios de humor que pueden ser difíciles de controlar.
En los ancianos, la depresión puede ocultarse detrás de la irritabilidad, enmascarando un profundo malestar emocional. Además, la demencia en sus etapas iniciales puede causar frustración y enojo debido a la confusión y la dificultad para comunicarse. En estos casos, es importante vigilar y analizar la posible evolución de estas enfermedades y estar en contacto con un especialista siempre que sea posible.
La pérdida de seres queridos y el aislamiento social pueden intensificar los sentimientos de soledad y tristeza, lo que puede alterar el estado de ánimo.
La reducción de autonomía física o cognitiva puede generar tristeza o resentimiento. Depender de otros puede impactar negativamente en la autoestima del anciano, complicando su adaptación a una vida menos activa.
Los tratamientos para enfermedades comunes en la tercera edad pueden tener efectos secundarios que afectan el ánimo. Es crucial ajustar los medicamentos para mitigar estos efectos.
Las personas que toman una gran cantidad de medicamentos pueden tener el juicio algo nublado, lo que también afectado a su estado de animo y a la gestión de sus emociones tanto consigo mismo como con las personas que le rodean.
En mujeres, los cambios hormonales durante la madurez pueden afectar el equilibrio emocional, desencadenando cambios importantes en el estado de ánimo.
Las preocupaciones financieras después de la jubilación, ya sea por pensiones insuficientes o gastos elevados, pueden causar estrés y alterar la tranquilidad de las personas de la tercera edad.
Con el paso de los años, comienza a ser más complicado aprender y dominar nuevas tecnologías o métodos de realizar tareas que, durante toda la vida, se han hecho de otra forma. Adaptarse a nuevas tecnologías puede ser frustrante para los mayores, aumentando su sensación de incompetencia en un mundo digital.
Aceptar los cambios asociados a la vejez puede ser difícil. La resistencia a adaptarse a una nueva fase de la vida puede provocar la mayor parte de los problemas de mal humor en ancianos.
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