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Clásicos modernos: Origen (Christopher Nolan)

Título original: Inception
Género: Ciencia-ficción, fantasía, acción, aventuras.
Nacionalidad: Estados Unidos, Gran Bretaña.
Duración: 148 minutos.
Estreno: 6 de julio de 2010.
Director: Christopher Nolan.
Reparto: Leonardo Di Caprio, Joseph Gordon-Levitt, Elliot Page (Ellen Page), Tom Hardy, Ken Watanabe, Dileep Rao, Cillian Murphy, Marion Cotillard, Pete Postlethwaite, Tom Berenger, Lukas Haas, Michael Caine.

Origen (Inception, en inglés, que hace referencia al acto de la “extracción” del que tanto se habla en la película) es una película que no puede dejar indiferente.

Origen, de Christopher Nolan

Hoy, en La Nación Digital, repasamos este “Clásico Moderno” del cine. Algunos verán a su director, Christopher Nolan, como uno de los renovadores del cine de ciencia ficción; otros destacarán la indudable potencia visual de sus fotogramas; los habrá que resalten la destreza de las escenas de acción o el guión original que sabe dar coherencia a todo lo desarrollado en la pantalla. También creo, por otra parte, que existirán críticos que asegurarán que el director se ha pasado con los efectos especiales que llegan a apabullar al espectador sobre todo en la hora y pico final; aparecerán personajes destacados que dirán que Nolan aún no sabe manejarse con destreza en ciertas escenas de acción y que sus personajes parecen a veces más planos que el encefalograma de los políticos patrios. Una película con tantas ambiciones, tanto metraje y tanto presupuesto da para muchas filias y muchas fobias. Pero, y he aquí el “quiz” de la cuestión, una crítica nunca podrá desvelar La Verdad así con mayúsculas (y si lo pretende mejor emplearla como papel de Wáter directamente) sino aportar la visión del crítico de la película que ha visto. Todos somos falibles y lo que creemos verdadero y real a menudo suele tener esas características sólo para quien las defiende. En resumen, y como Nolan viene a decir, debiéramos ser más cuidadosos con nuestros pensamientos, con la forma en que arraigan, con la manera en que nos hacen percibir la realidad.

Inception, ¿Qué es la realidad?

Aunque el director y guionista de “Inception” (creo que la palabra original le va bastante mejor al film) en ningún momento pretenda epatarnos con disquisiciones filosóficas, lo cierto es que su creación no deja de plantearlas a lo largo del metraje. Puede que muchos, ante la avalancha de efectos especiales, no puedan apreciar las ideas que Nolan deja caer muy conscientemente en la película (¿Qué es la realidad? ¿Somos sus creadores o sus víctimas? ¿Cúal es el verdadero poder de las ideas, de los sueños?) pero son estás las que dan cuerpo a toda la maravilla visual que las arropa.

El tema de la realidad, los sueños y las extracciones, por otra parte, tiene referentes literarios precisos como el prolífico, desarmante y descacharrante Philip K. Dick con el libro “Ubik” a la cabeza (y yo que no logro que me guste este escritor…) sobre todo el tema de las extracciones, con el manejo de esos “sedantes” (bonito eufemismo para evitar la palabra “droga”) que son indispensables para llegar al sueño más profundo. Las escenas que transcurren en África no se me quitan de la cabeza en cuanto a Dick y a las intenciones de Nolan, sobre todo la contestación que le da a Cobb (el personaje de Di Caprio) el responsable de un local donde la gente va a “soñar” con las máquinas: Di Caprio pregunta si esas personas van allí a dormir y el responsable le contesta “No. Vienen a despertar”. Por esto y más es aquí dónde creo que viene uno de los grandes “peros” a la película de Nolan: la cuestión de de los sueños y la extracción.

La Extracción

Aunque la presencia de la novata Ariadne (Elliot Page, anteriormente Ellen Page) le da ocasión a Di Caprio y al mismo Nolan de demostrarnos como funciona la cuestión de la extracción de los sueños (impresionantes las escenas del diseño de la aprendiza) en realidad se nos hurta, como en la mayoría de las historias de ciencia ficción, cual es la verdadera naturaleza de las máquinas de las que pende el proceso, como surgieron, quién las inventó y, sobre todo, cual es su génesis y desarrollo dentro de la sociedad. El retrato del mundo de la película, apenas entrevisto, apenas esbozado, con grandes corporaciones dispuestas a robar conocimientos ajenos para triunfar en las finanzas, es más una falta que un fallo. Siendo el mundo de la película tan similar al nuestro, tan regido por el dinero y la competencia, no queda claro si la presencia y uso de las máquinas de sueños es legal o no (su uso para la “extracción” lo es evidentemente), porque en la película pululan que da gusto, o si se consideran una droga y, siéndolo en la práctica, los daños que genera su uso y de los cuales tenemos sólo un vislumbre en tierras africanas.

El periodo de formación del espectador-Ariadne es, sin duda, el más flojo de la película en cuanto al desarrollo de personajes y tramas se refiere aunque sea necesario para dar lugar al encargo al que debe enfrentarse Cobb y su grupo, dónde ya no habrá tiempo para ninguna explicación. A destacar las pruebas del laberinto y las lecciones impartidas por Joseph Gordon–Levitt (a Nolan le debe de encantar trabajar con antiguos mitos juveniles-infantiles: Haas, Page, Gordon-Levitt o el mismo Di Caprio) que demuestran hasta que punto Nolan ha realizado un aprendizaje visual de altura con monstruos de la talla artística de M.C. Escher o, cinematográficamente hablando, el inconmensurable Kubrick, al que también le debe mucho la estupenda escena de acción del hotel ingrávido.

Los personajes

Tiene Nolan sin embargo, y a mi parecer, cierto problema con los personajes todavía: el hecho de que la jovencísima Ariadne acceda en un pis-pas a cometer una acción ilegal sólo porque  Di Caprio se lo propone no me parece que sea muy realista. Tampoco creo que los papeles de Tom Berenger y Michael Caine tengan mucha miga, aunque son necesarios para la trama, y no se por qué se los daría Nolan a no ser que quisiera darse el lujazo de contar con estos dos pedazo actorazos (sobre todo Caine, con el que ya ha trabajado) entre sus filas. Los actores en si están todos correctos: a Dileep Rao, el químico Yusuf, como mucho, le habría quitado metraje pues creo que con salir en un momento dado hubiese hecho bastante. Watanabe, como siempre está impecable y Tom Hardy, “el falsificador”, tiene sus buenos momentos. Page también luce bien aunque, claro, tiene que competir con la presencia de Marion Cotillard a lo largo del film y, pese a lo poco que aparece, es mucha presencia. El que tiene un papelón que resuelve con solvencia es Di Caprio al que cada vez me creo más como actor: en unos años este chico va a traernos a todos de cabeza. Al tiempo.

Desde el mismo comienzo de la película, con la escena de acción que tiene por centro a Ken Watanabe, tenemos la impresión de que nos adentramos en un desastre pues durante todo el film se nos dice, “tal vez”, “tal vez”, pero no, dudamos de todo. De la realidad de Cobb, del encargo que le ha sido hecho, de su capacidad para solventarlo. ¿De verdad puede ser posible que todo salga bien? Al final sólo nos queda la duda y su giro constante que parece burlarse de nosotros.

Juan Sánchez Munera

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