He de reconocer el vicio literal que adquirí en su día con este disco de Radiohead. Fue hace 25 años pero aún recuerdo perfectamente las largas sesiones de escucha y disfrute.
Recuerdo perfectamente discutir con mi amigo Txus, cada vez que salíamos de fiesta, sobre si era mejor o no el Pablo Honey o el Ok Computer.
Y esa discusión o duda surgió en muchos de los seguidores de la banda. Radiohead venía de ser otra cosa. Sus anteriores discos sonaban de manera mucho más asequible para el gran público. Tanto su álbum debut Pablo Honey en 1993 como The Bends en 1995, sonaban a banda indie rock más clásica.
De hecho, es curioso, como cuando lanzaron Creep tuvo escasa repercusión comercial e incluso hubo quien los comparó con una especie de Grunge trasnochado y rancio. Todos sabéis lo que acabó pasando con ese tema de su primer disco, el pelotazo que significó en todo el mundo, y las veces que tuvimos ocasión de escucharlo en las emisoras más mainstream que pudiéramos encontrarnos.
A raíz de ese éxito, y la buena acogida de su segunda entrega discográfica, la industria apoyaba claramente a la banda de Thom Yorke y compañía. Había presupuesto, se pusieron a disposición estudios y localizaciones “extrañas” para las grabaciones, y se esperaban nuevos y comerciales hits made in UK.
Un pez gordo de la discográfica Capitol comentó cuando escuchó el resultado que ese disco era un “suicidio comercial”. Echaban en falta singles de radiofórmula, canciones pegadizas. Hubo quien se aventuró a pronosticar que el álbum no pasaría del medio millón de copias en todo el mundo.
Encima, los directivos de la industria tuvieron que duplicar su ración de pastillas para la tensión cuando se enteraron que la banda había decidido sacar como primer single el tema Paranoid Android. Una canción camino de los 7 minutos sin demasiados estribillos a los que agarrarse y con varias partes musicales totalmente distintas entre sí.
Y es que en general, con este disco, los Radiohead realizaron una de las evoluciones musicales como banda mejor conseguidas de la historia del pop. Ya sabemos todos los traspiés y los pasos en falso dados por muchísimos grupos a la hora de “cambiar”. Radiohead lo hicieron con contundencia y con criterio.
La electrónica ocupó su espacio en unos ambientes y arreglos musicales sumamente novedosos. La aguda voz de Yorke, a veces desgarrada, se mezclaba en temas que nos llevaban a paisajes musicales que no habíamos visitado hasta ese año 1997.
La crítica aplaudió el cambio. Eso podía entrar dentro de lo razonable. Lo que más sorprendió es que el gran público también. Acabó vendiendo casi 8 millones de discos en todo el mundo y todos acabamos convirtiendo en auténticos himnos temas como el Karma Police o el No Surprises.
25 años para un disco por el que no ha pasado el tiempo. Una colección de canciones que siempre es conveniente revisitar o descubrir si eres de los nacidos en las últimas décadas.
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